Hoy, 24 de marzo la población le dio una contundente respuesta a la pretendida instalación de un debate que no es. Los neofascistas, encabezados ahora por Victoria Villarruel, quieren discutir el número-símbolo de 30.000 detenidos-desaparecidos.
Apelan para
ello a dos estrategias argumentales: una que es instalar la duda a partir del
número de casos denunciados, y la otra de que fueron acciones de guerra. Tomemos
cada uno de ellos y analicémoslo sin pretender negar la negación enunciando
principios.
¿Hubo una
guerra civil en Argentina en los años ’70? Hace más de 20 años publicamos un
grupo de investigadores Orígenes y
desarrollo de la guerra civil en Argentina. 1966-1976 (Eudeba), libro en el
que analizábamos la emergencia y actividad de las fuerzas guerrilleras. Allí sosteníamos
que después del “cordobazo” se había entrado en una etapa de guerra insurgente,
que llevó a la creación de las principales organizaciones armadas el año
siguiente. Indudablemente se puede hablar de guerra desde entonces. Pero toda
guerra tiene principio y fin. Si se puede localizar el inicio con el
levantamiento de Córdoba en mayo de 1969, no cabe duda que después de diciembre
de 1975 (ataque en Monte Chingolo) las principales organizaciones ya pierden
capacidad operativa, sin la cual no se puede hablar de guerra, que es cuando
dos o más contrincantes tienen voluntad y capacidad de lucha. Justamente es la
derrota de las fuerzas insurgentes lo que posibilita el golpe de Estado de
marzo de 1976.
Significativamente,
desde 1970 hasta la derrota insurgente, quienes hablaban de guerra eran las
organizaciones guerrilleras, y quienes negaban que se trataba de una guerra eran
las fuerzas armadas estatales. Tras el desenlace, quienes esgrimen el argumento
de la guerra son las fuerzas estatales, y quienes lo niegan son los
sobrevivientes del genocidio que sobrevino tras dicho desenlace.
Porque esto es
lo que debe comprenderse: tras la guerra se produjo la cacería y el genocidio. Y
esos son crímenes de lesa humanidad, sean cometidos en guerra o en paz. La guerra
no habilita a cualquier cosa, existen los crímenes de guerra. La desaparición
forzada de personas es un crimen, haya sido cometida en tiempo de guerra o de
paz.
El otro
artilugio es deslegitimar la denuncia cuestionando el número. Para ello niegan
que hayan sido 30.000. Sin embargo, este número no surge de un capricho; se
trata de una estimación que se hizo en base a indicios relativamente certeros. En
el marco del “Plan Cóndor”, por el cual las dictaduras del cono sur cooperaban
intercambiando prisioneros detenidos-desaparecidos, los servicios de
inteligencia de cada país tenían “delegaciones” en los países vecinos. Un agente
de la DINA chilena (el homólogo de la SIDE argentina), Enrique Arancibia Clavel,
envió a su central un documento fechado el 4 de julio de 1978. En el mismo
consigna una información que “logró conseguir en el Batallón 601 de
Inteligencia del Ejército, sito en Callao y Viamonte de esta Capital, que
depende de la Jefatura II Inteligencia Ejército [SIC] del Comando General del
Ejército y del Estado Mayor General del Ejército. […] Si tienen computados
22.000 entre muertos y desaparecidos, desde 1975 a la fecha.”
Habían pasado
poco más de dos años de dictadura y restaban aún cinco años y medio. Por supuesto
que el ritmo del genocidio fue decayendo posteriormente, pero tomando este
dato, simplemente descontando los muertos “en enfrentamientos” (que se
publicaban en los diarios) se obtienen los detenidos-desaparecidos; se
confrontan con las denuncias de desapariciones y se obtiene una ratio para
estimar el número real. En base a las denuncias de desapariciones posteriores
se utiliza dicha ratio, y se puede estimar el número total de
detenciones-desapariciones. El número de 30.000 surge de allí.
Aclarado el
origen, no se puede omitir el fondo del razonamiento neofascista. ¿Acaso la tan
mentada inseguridad se sustenta en las denuncias de ilícitos? Si fuese así,
viviríamos en una especie de paraíso en el que el aburrimiento sería el mayor
problema. ¿Se le ocurriría al desquiciado ocupante de la Rosada, tan amigo del
Estado israelí, pedir una lista de los 6 millones que perecieron en el
Holocausto? Su catadura moral es asimilable a su coherencia.
Son 30.000.