viernes, 11 de agosto de 2023

Camarada Facundo Molares ¡Hasta la victoria siempre!

Ayer las bestias acabaron con la vida biológica de Facundo, un luchador solidario y amoroso, expresión (¡qué duda cabe a quienes lo conocimos!) del hombre nuevo, el que valora lo colectivo por sobre las miserias individualistas, el que hace del dolor ajeno la causa de la lucha, y de la lucha la causa de su vida. Internacionalista en los hechos, cuando después del sacudón de 2001 se fue a recorrer América Latina, terminó enrolándose en las FARC, a las que perteneció hasta el cuestionado y cuestionable "proceso de paz" (cuyo bello nombre enmascara una vergonzante capitulación de una cúpula moral y políticamente desintegrada). Facundo fue crítico de esos acuerdos, razón por la que tuvo que abandonar el territorio (amenazado por parte de sus ex camaradas de armas) acogiéndose a las prerrogativas legales que brindaba dicho acuerdo. Volvió a Argentina, donde se dedicó de lleno a tareas solidarias, a organizar a los carentes de casi todo, menos de esperanza. En ese contexto lo conocí, siempre ávido por aprender de teoría, porque sabía que es indispensable para orientar la acción. Y como no había descubierto la fórmula para vivir del aire, ganaba unos pesos como fotoperiodista. Así fue que en el marco del golpe de Estado contar Morales, Facundo se trasladó a Bolivia para cubrir los hechos, sin por eso dejar su actividad solidaria y mantener reuniones con grupos políticos que resistían el golpe de la derecha. Fue detenido, sometido a tormentos y encarcelado. Una larga lucha política de sus camaradas hizo que el nuevo gobierno argentino tomara el caso (sin mucho entusiasmo) y, con la asunción del nuevo gobierno boliviano, Facundo fue liberado y nuevamente regresó al país. Pero poco tiempo después fue nuevamente encarcelado, ahora por la policía argentina a pedido de un juez colombiano. Estuvo en la cárcel de Ezeiza. Para vergüenza de la Cancillería argentina, y del juez Guido Otranto (el mismo hombre-rata que tomó la causa de Santiago Maldonado), que lo iban a entregar al gobierno de Iván Duque sin ningún problema, fue la propia justicia colombiana la que desistió del requerimiento, ¡después que en Argentina habían confirmado su extradición! La falta de timing los dejó en evidencia: el Plan Cóndor sigue funcionando.
Pensaba, ayer, viendo las imágenes de la infamia, que las bestias que lo mataron, con sus escudos a prueba de proyectiles y sus cascos a prueba de ideas, son del sector social por cuya emancipación dio la vida Facundo, lo que debería servirnos para no romantizar la pobreza ni demonizar a la policía, y que aunque haya personas siniestras (y las hay) no es la condición personal de las mismas, sino su condición social, el objeto de las luchas emancipatorias de lo humano. Era algo que él tenía bien claro,  y que define la diferencia entre un revolucionario y un populista. Como revolucionario que era, no romantizaba el uso de la violencia, pero tampoco la demonizaba.
Poco se puede agregar, la mejor forma de homenajearlo es siguiendo, como podamos, su ejemplo. ¡Hasta la victoria siempre, camarada Facundo!